Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

sábado, 5 de enero de 2008

OXITOCÍNA-te


Se había levantado con un nudo de pesadumbre embarrancado en la boca del estómago. Como otras veces, era por el día: tan nebulosamente gris, tan húmedo de tristeza, huérfano de luz.

Esa atmósfera le oprimía y con el llanto solía recuperar la fluidez. Pero esta mañana no quería lágrimas; quizá intuía un riesgo de desbordamiento que no quería afrontar. Hoy, no.

Prefirió otra catarsis: el placebo de los recuerdos.

Por la manga, el hombro, el lado izquierda de la cara; empezó a notar más temperatura.

La claridad salía de su escondite y a cada paso se volvía más dorada. Estaba respirando rayos de sol.

INS-PI-RA-CIÓN.....ES-PI-RA-CIÓN......INSPIRAR......ESPIRAR...........

Decidió moverse lentamente y observar su entorno con una mirada salvajemente queda.

Ansiaba tatuarse en las neuronas la cálida transparencia de aquella luminosidad; archivarla en sus circuitos cerebrales para que la meciera en las mañanas empastadas, dejándola a salvo de las nieblas que le encapotaban el corazón.

Por un hueco, estaba asomando el sol.


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