Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

jueves, 10 de enero de 2008

A LAS SIETE Y CUARENTA Y CUATRO

Susurros al fondo del patio

se los lleva el brezo que barre
las hojas de castaño
hace tiempo perdidas

corpulencia,
en diagonal atravesando la acera
con los ojos esquivos de siempre
irreconocibles

"Calefacción de gas, aire acondicionado, frío industrial"
anuncios que se aparcan y que llevan al trabajo mientras anuncian

y la cabeza afeitada, reluciente
con el traje y la corbata, siempre
¡qué monotonía¡
y comiéndose compulsivamente las uñas
¡qué feo¡

Con tanto divagar, otra vez llego tarde
la culpa la tiene esta agradable brisa en enero
Las siete y cuarenta y cuatro, como todos los días.







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