Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

domingo, 30 de noviembre de 2008

EL SECRETO DE LA ENTEREZA



Trataba de recordar aquella receta:
dos partes de ala de águila, una de corazón de león y dos más de respiraciones profundas y silencio.

Necesitaba aquel reconfortante porque había sido capaz; hace sólo unos días lo había hecho, sin pensarlo. Sólo actuó cuando fue necesario: sin miedo, sin que le temblara el pulso y luego, después de hacerlo, apenas tuvo remordimientos.

Pero le había sorprendido su propia fortaleza. Y esa consciencia de cómo había sido capaz de hacer pie en la inestabilidad de aquel terremoto, en vez de reconfortarla, le extrañaba. El pasmo además estaba dando paso al miedo.

Se atemorizaba de que la fuerza de que había hecho gala fuese sólo un espejismo; temía que no fuese capaz de volverla a mostrar, por eso ahora buscaba en aquel húmedo libro que alguien olvidó alguna vez en una senda flanqueada por hayas, donde brotaba un manantial que cortaba las manos y las enrojecía, y que parecía la guarida de la pureza.

Para alimentar su fuerza necesitaba raíz de roble;
ala de áquila para potenciar su libertad;
corazón de león para sentir con energía
y respiraciones y silencio para acomodarse en su interior.

Acabó despertándola una hermosa voz; se dió cuenta entonces de que tenía un gran agujero desde el esternón hasta el ombligo; se atravesaba con su propia mano. Pero la armonía de aquella voz empezó a remendarla; como si fuera una araña, fue tejiendo y reparando aquella abertura que la debilitaba.....Y a medida que fruncía los hilos, ella decidió quedarse en su interior...Sabía que sólo así volvería a ser fuerte cuando se presentara de nuevo la ocasión...Había descubierto dónde nace el secreto de la entereza...

jueves, 13 de noviembre de 2008

PARTÍCULAS VACÍAS



Se estaba dando cuenta de una reciprocidad que siempre había creído unívoca.
Era una cuestión de gestos, de tonos, de sonrisas:esbozadas o ignoradas.

Un código binario; notaba agresividad en el entorno y no fallaba: era su ceño que estaba fruncido; su voz,tensada y su sonrisa,olvidada.

Notaba receptividad y seguía sin fallar: su frente, relajada; su voz,dulce y su sonrisa, presente.

Al principio dudaba de qué se producía primero, pero acabó creyendo que sólo ella era el desencadenante. La bendita o maldita espoleta de aquel entorno que hasta entonces pensaba explosivo. Pero ella era la única fuente de cualquier deflagración.

¡Era sorprendente¡ Su existencia ni la de los demás era particular...Nadie existía por sí solo. Únicamente era en interdependencia con los demás, y el resultado de esa interdependencia estaba en su mano. Ese era su único margen de individualidad; pero para ser individual necesitaba a los otros.

Le pareció, primero, una lección de física cuántica y luego, un precepto zen, y más tarde pensó que la ciencia quizá fuera budista.

Era lo mismo; había tres puertas. Salió por la única que estaba abierta y abriendo los brazos voló hacia el viento.