Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

jueves, 24 de febrero de 2011

UN DÍA VOLVERÁ A SER VIENTO


Tal vez lo consiguiera una cabeza giróvaga;
Vértigo vertiginoso enredándose en una fuerza centrífuga.
Huída a cualquier parte,
lejos de las garras,
de los "uñas y dientes".

Cerca de la calma
de aquellas piedras,
silenciosas, que gritan historias,
que cuentan amores,
que inventan sueños
a los que anclarse
y caerse hacia arriba.

Y girar para desprenderse
como cuando en primavera
un soplo se lleva las semillas de los "abuelitos"
y los esparce hacia las nubes
no hacia el infierno.

El final siempre es el principio
y nada puede comenzar con el hastío.
Es sólo una transición....
Un paso al frente
o hacia atrás, a la derecha, a la izquierda.

Necesidad de otra dimensión....
Tal vez baste con unos ojos
que la contemplen de otra manera
sin escapar de un sueño.

Lo etéreo, su anhelo.
Lo que queda después de unas potentes alas surcando el vacío...
Lo que sucede cuando el vendaval golpea contraventanas de madera...
Lo que alivia abrirse de par en par a las frías bocanadas de la noche....

Un día volverá a ser viento...