Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

jueves, 10 de diciembre de 2009

SI UN VESTIDO ROJO SE MIRA EN UNOS OJOS VERDES


Fue como un restallido en su mente:
aquel vestido rojo
pasión
y aquella espalda girándose
y de frente el espejo de sus ojos
y la silueta rojiza de aquel vestido haciéndose un hueco en la mirada verde,
y el ardor bermejo huyendo del verde rebelde.

Pasó de largo.
En el camino.
"Las penas y las vaquitas se van por la misma senda"
Las penas eran ahora del recuerdo,
y el recuerdo, de su voz,
y su timbre ya sonaba menos rebelde,
y sus ojos se habían dulcificado como los de las vaquitas.

A veces resultan grandullonas y aburridas,
pero en la evocación de su vestido, "rojo triturado", seguro que por los traperos;
en esa remembranza, las vaquitas no eran "de otros", eran las de sus ojos, que un día la miraron como un látigo que no se calla.

viernes, 13 de noviembre de 2009

LA MANO DE LA TORMENTA


Necesitaba sentirse molécula de agua, átomo de viento, electrones de huracán.
Agarrarse a un rabo de nube para que la arrastrara la tempestad, que la bamboleara para comprobar que su veleta no estaba oxidada.

Que el viento no se parara hasta llevarla a una oquedad caliente en un tronco ancestral donde sólo entrara un rayo de luna y la cubriera la piel de la suavidad.

Y que siguiera el aguacero para no volver a pisar el suelo y con los pies descalzos en el aire empezar a sacar la cabeza...

Y que el vendaval le revolviera el pelo hasta la raíz de las contradicciones que le enredaban un cráneo a veces de poeta y otras muchas de basura.

Y cuando olió a ozono y escuchó el golpeteo de las contraventanas quiso pensar que la tormenta venía a tenderle la mano.

viernes, 16 de octubre de 2009

LOS TIEMPOS VERBALES DE LA LUCIÉRNAGA CIEGA


Necesitaba abrir los ojos a un despertar brillante porque le habían pintado el cielo del gris más oscuro. Las lágrimas la empañaban por dentro y nacían de la desolación.

Peor que sentirse invisible era haberse convertido en diana de las hieles.
En títere de furias mal canalizadas.
Pero se sentía culpable.

Quizá a su sonrisa le habían faltado un par de milímetros.
Tal vez a su mirada la hubiesen malinterpretado como altiva.
Acaso caminó demasiado lentamente.

No iba a entrar en aquel juego. Y se revolvió con ira. Con unos segundos de rabia, porque de nuevo se apagaba.

Su propia energía se la estaba robando nadie más que ella. Era la perfecta ladrona de su alma. Se tendía celadas que la anclavan al pasado o la proyectaban en el futuro, y nada de eso existía. Pero sus pensamientos le velaban el aquí y el ahora y se empeñaba en sobrevivir en tiempos verbales equivocados que sólo la aniquilaban.

Para aprender a conjugar la vida necesitaba un despertar brillante.
Y se quedó esperando, mirando al cielo con los ojos tan abiertos que hubieran podido tragarse las nubes. Pero lloró a borbotones y tuvo que parpadear.....Pensó que en aquella oscuridad era imposible brillar a no ser que empezara a dejar de ser una luciérnaga ciega.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA MIEL DEL ATARDECER Y LAS ALMAS INDÓMITAS



Hilos de oro entre los que se colaban burbujas de sol.
Así eran sus pestañas al atardecer cuando chocaban entre sí con suavidad, cerrándose sin dejar de entreabrirse para embadurnarse en la luz de la puesta de sol.

En su movimiento basculante se untaban y reuntaban de reflejos dorados y el rastrojo del campo de cereal parecía repleto de alfileres de broches aúreos.

Hasta que llegaba la sombra.
Entonces avanzaba con su silla plegable a cuestas hasta donde aún reinaba el astro y en los filamentos de sus pestañas volvían a pegarse pompas doradas. Había llegado al punto más elevado del altozano y la cuenta atrás hacia la penumbra definitiva se hacía ineluctable.

Aquella despedida la fortalecía.
Ensayaba en ella otros adioses que sí la angustiaban.
Bañada en una coraza luminosa, siempre yéndose, examinaba otros miedos a los que sentía disiparse en la miel del atardecer....

El goteo de muerte luminosa terminó, como lo hace siempre, con la llegada del crepúsculo. Plegó su silla y caminó hacia el chopo vestido con la negrura del ocaso. Sintió la serenidad que entra cuando te ha bañado el sol, pero no en su apogeo sino en su declive: sólo entonces las almas desobedientes pueden reconciliarse con lo inevitable.

jueves, 23 de julio de 2009

LAS VERDADES DE LA PIEL


Hay verdades que se saben tanto como se callan.
Aquella vez tampoco le pondría palabras, pero la estaba tocando con las yemas de los dedos...La verdad se había empezado a quedar entre sus manos....Pegada a los aromas aceitosos del romero.

Amasaba una piel tan conocida y cercana como la propia, porque sabía de sus cicatrices y de sus perfecciones...No porque la hubiera escrutado...Sólo la había vivido, pero ¡hacía tanto tiempo¡ ¡y el discurrir del tiempo es tan ladrón¡, ¡y roba tantas sensaciones¡, ¡y las emociones muertas alejan tanto¡

El tacto le estaba devolviendo un universo no sé si perdido, pero sí desleído de tan teorizado, de tan recluido en declaraciones de principios, de buenos sentimientos y de mejores prácticas....

Aquella piel la estaba resucitando de sólo amasarla...Porque no había canal más directo, mayor ósmosis que la de la piel contra la piel. Y tanteando aquel tegumento fue descorriendo velos, uno tras otro, sin más esfuerzo que el de la caricia, hasta que sintió aquel calor: el de la verdad....Nadie la recordaría ni por lo que hizo ni por lo que dijo, sólo por cómo la hizo sentirse.

sábado, 27 de junio de 2009

LA NECESIDAD DE OTROS OJOS

Las clavículas le sobresalían como asas de un largo cuello,
estrecho y hermoso

-Me encanta tu cuello

Era una voz del pasado pegada a unos ojos a los que costaba abrirse paso entre unas pestañas.

Y luego la curva perfecta de sus hombros.
La belleza del conjunto carnal escalofriaba por esbelta, elegante y liviana.

Se sentó en la arena abrazándose las piernas y sin dejar de mirar al mar: apenas rugía porque en junio suele sonar calmoso. La línea del cuello curvándose en el hombro volvía a aglutinar su hermosura.

La atmósfera resultaba de una luminosidad extraordinaria como recién filtrada. Los rayos del sol doraban unas aguas turquesas de una transparencia límpida.La suavidad de la brisa aterciopelaba las superficies cuando ella se metió al mar.

Sus movimientos volvían a resultar radiantes en el medio acuático. La belleza de aquella mujer no estaba ni en sus formas, ni en sus movimientos, ni en su estilo, ni en el entorno. Surgía de cómo se desenvolvía en aquel paisaje. Como si toda belleza tuviera su lugar para refulgir ...y aquella en otro quizá hubiera resultado vulgar, o tal vez haya maneras corporales capaces de brillar en cualquier horizonte, o incapaces de hacerlo en ninguna parte.

Quiso pensar que ella sí, que tenía un lugar que evidenciaba su atractivo. Pero se había sentado a esperar porque necesitaba los ojos que se lo constataran.

sábado, 30 de mayo de 2009

SIN BRIDAS NI ESPUELAS


Hacía un rato que era incapaz de moverse.
Con la música en los cascos se desgranaba en lágrimas.

Era su manera de disgregar el dolor que la ensartaba.
Tan rota por dentro, tan hecha añicos.

El sufrimiento se le agarraba al cráneo y desde ahí le fruncía hasta el alma.
Le costaba abrir los ojos.

De tan triturada apenas sentía; los sonidos se volvían lejanos, su expresión inamovible y la lágrima que le recorría la mejilla le resultaba ajena. Como su respiración, acoquinada en apenas un tercio de su capacidad pulmonar.

El dolor la aplastaba al tiempo que la vida discurría como si nada, porque nadie podía percibir sus aspavientos paralizados; nadie oir su desgarro mudo; ni ver sus añicos invisibles ni refrescarse en su llanto seco.

Mientras el desconsuelo la encumbraba en la insignificancia creyó recordar que la vida tenía el sentido que se le diera.

Entonces le atrapó una imagen: la de una amazona galopando y, en un claro del bosque, unas crines recortándose sobre la luna.... Y quiso ser jinete sin espuelas y yegua sin silla y trotar, y nada más que trotar.

viernes, 22 de mayo de 2009

LA MÚSICA NOS HARÁ LIBRES


Había vuelto con aquella música que enredada el viento y agitaba las hojas que plantaban cara a un cielo tan cálido como gris tormenta.
Y se sentía la distancia que une dos puntos. Porque no creía que la distancia separara o fuera el olvido. Era sólo el camino a la serenidad. Y una senda así une con la esencia y separa del alboroto.

Le gustaba, en las esperas desesperadas, aposentarse en la orilla y verse vivir por la vida y ver cómo la vida vivía a otros y apaciguar sus desencuentros con esas otras vidas que minaban la suya.

"Ésa no soy yo". Se lo repetía insistentemente. Era el hechizo con el que deshacía empalizadas. No había trampas más oscuras, más efectivas y aniquiladoras que las mentales. A los juicios hay que engañarlos porque en sus dominios se piensa y eso no es vivir.

La vida no se teoriza ni se constriñe entre el recuerdo de lo que una vez fue y otra tal vez será. Eso sí es la distancia y el olvido y el despilfarro. La vida es el viento que vuelve a zarandear las plantas, el ruido de un motor en un viaje a alguna parte, el perro que ladra a la puerta de una casa, la sonrisa de alguien, el ventilador del portátil que me hace ir terminando. Y, sobre todo, una canción con un violín tristemente sereno. "Escucha -dijiste- como un cascabel; la música nos hará libres. Y contando hasta tres saltaste del tren cuando iba más rápido; contaste hasta tres y no te oí decir te añoro o no te añoro"

sábado, 18 de abril de 2009

CRISIS DE IDENTIDAD


Hacía tiempo que estaba dejando de sentir miedo, pero semejante certeza la descolocaba.
Cuando la vida amedrenta, se anda encogido y no se levanta la vista al frente.

Por eso ahora caminaba erguida y posaba los ojos para diseccionar el mundo. Sabía lo que quería y ponía a prueba su coraje. El valor le hacía desear lo que hasta hace nada le resultaba implanteable y ante cada nuevo reto se lanzaba a conseguirlo. Pero se estaba vistiendo de ansiedad.

Desconocía aquella manera de estar en el mundo y se recordaba a un bebé incapaz de poner límites, porque las delimitaciones nacen, probablemente, de la reflexión, la prudencia y la aceptación. Y ella estaba desentrenada.

La fuerza la estaba destruyendo y necesitaba canalizarla. Por eso su mirada se había congelado desde hace rato en aquellas olas. Rugía la mar y las rocas le devolvían el eco. La luz del atardecer se doraba entre los resquicios del gris acero que encapotaba el cielo. Le hubiera gustado volatilizarse para después reencarnarse.

Y pensó que ella no era aquellos pensamientos; que no era ni sus preocupaciones, ni sus ansiedades, ni sus frustraciones, sueños, esperanzas, sentimientos....La vida sólo estaba allí, en aquel instante marino, que no era sólo aquel, sino cada nuevo momento de cada nuevo presente....

La vida en cada chasquido de dedos; en un aquí y en un ahora.
Tenía que salir del laberinto y empaparse de los restallidos momentáneos...¡Eso era vivir¡, pero sólo a veces lo conseguía....

sábado, 14 de marzo de 2009

LOS COLORES DEL ALMA



Recordaba un balcón oxidado, con macetas más rojas, como los troncos de la hiedra deshojada que se hincaban en la pared...
Y la luz matizada por el colador de las nubes gris intenso...
con aquella cruz de piedra en lo alto de la ladera,
tapizada por los líquenes amarillentos, oro viejo que se recortaba en el horizonte tormentoso...

Como si la fuerza de un potencial infinito hubiera decidido concentrarse estática sobre el perfil amable de las lomas verdes, siempre ondulantes, sonando a cencerro en aquellas manchas de lana que la atmósfera volvía mucho más pajizas que blancas...

Los colores se saturaban hasta la ensoñación y su alma sólo latía plástica y aborrecía de lo verbal porque las palabras la encadenaban...

Se sintió una silueta en los innumerables matices que van del blanco al negro y sobre el pecho se dibujó un corazón del rojo más descorazonador que pudo.

viernes, 6 de marzo de 2009

GRACIAS



Estaba pasando demasiado frío este invierno y en su bolsillo de las alegrías ya no cabían más agujeros.
Pero se había puesto a remendar.
Con los labios temblorosos por el llanto enhebraba la aguja de estrangular las penas; como cuando un niño harto de llorar se aviene a lo que no queda otro remedio que hacer. Resignación; aceptación o hastío de sufrir.

Y en el proceso de reconstrucción quiso reconciliarse con ella; hacía tiempo que la sentía más cerca...Pensó que a cada uno nos corresponde un momento del día y una atmósfera....A ella se la trajo el viento sur del anochecer envuelta en los gritos de los juegos infantiles y engalanada con una bolsa de cuadros; un cofre de sorpresas que desvelaba entre sonrisas y un incesante charloteo que arrullaba como una manta de mohair. Traía alegría y bálsamo, y un sabor lúdico de la vida que reconfortaba su tendencia nostálgica. Todavía la llamaba para curarse de la melancolía y le aterrorizaba pensar que algún día no respondería...

Pero apartó aquel pensamiento, no le dejó escribirse, y sintió una profunda emoción y agradecimiento por aquella mujer que era su madre.

jueves, 19 de febrero de 2009

CUANDO UNO MISMO SE VUELVE SU DECEPCIÓN


Sólo habló cuando le preguntó;
"Estoy decepcionado"-dijo-.

A ella no le sorprendió porque hacía tiempo que lo conjugaban sus ademanes y su agresividad desgarrada pero jamás hubiera imaginado que sus palabras lo volvieran sonoro.

Conjugaba aquel verbo y acusaba;
La culpabilizaba a ella, y a quienes como ella, habían dejado de estar en silencio con un simple y atronador: ¡cállate¡, ¡no me conviertas en la diana de tus frustraciones¡

Porque el veneno no se escupe a cualquiera y en cualquier lugar.
Tiene un destinatario y si siempre te equivocas,
acabará volviéndose tu hiriente decepción.

sábado, 24 de enero de 2009

PERDER PARA QUITAR EL MIEDO



El aire de la mañana le hizo dar un respingo,
se había vuelto caliente en pleno invierno.
Los gorriones del castaño desnudo trinaban, confundidos por la falsa primavera. Sonaban como afónicos:era la evidencia de que aún no habían tenido tiempo de sacudirse la rigidez del frío.

En aquella transmutación térmica, sentía el calor entre la lana y su piel. Llevaba tantos días, meses, aterida que había olvidado que la calidez expande.
Y, ensanchándose, con los golpes de viento sur en su cuerpo, se sintió cerca de los extremos que la limitaban. Dos opciones que venían torturándola pero que aquel calor integraba; como si la dilatación condujera a la unicidad.

Porque, ¿qué más daba elegir? Cambiarían las formas, los colores, los olores, pero seguirían siendo meras esclavitudes. Necesitaba seguir perdiendo para empezar a vivir sin miedo.

sábado, 10 de enero de 2009

EL COLUMPIO Y EL CIELO



Balanceándose en un columpio anudado a un rabo de nube,
se regocijaba en la brisa que le rozaba las mejillas y
le cosquilleaba la planta de los pies;

En el vacío reinaba la concordia: nada sojuzgaba a nada,
sólo había encuentros: del viento y su piel; del sol y sus párpados entornados.

Y cuando quería saber cómo se encontraban ellas, escuchaba su voz. Los sonidos nunca mienten. Y la había oído alegre por primera vez en mucho tiempo pero su corazón vampirizaba y su víctima sangraba con voz acelerada y ansiosa porque la había escuchado. Pero ya no distinguía quién tenía los colmillos más largos, aunque sabía para qué: para lograr su dependencia total...

Y siguió meciéndose en los rayos de luz, harta de la sombra, porque hay penas que empiezan en el corazón y acaban oscureciéndolo todo;
entonces el dolor ya no es por uno mismo sino por las vidas que ennegrece y, ese tormento es insufrible.