Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

sábado, 29 de marzo de 2008

ESTÁS AHÍ, NO SÓLO PARA LLAMARTE



La veía bien y eso la ilusionaba tanto que no podía parar quieta, pero ya no daba saltos de alegría, porque sabía lo que era caer al precipicio.

Le entusiasmaba la voz con la que la había escuchado, su claridad, convicción y contundencia, las mismas que tantas veces habían precedido al fracaso,al abandono y la desolación...Pero seguía dejándose engañar por los buenos augurios; necesitaba creer en la esperanza; por puro egoísmo se dejaba envolver en sus inconsistentes hilos invisibles, porque era incapaz de darla por perdida.

Se levantaba, pero, como otras veces, seguramente, volvería a caer....Era cuestión de tiempo, y si no,¿por qué la negra desesperanza aguardaba ahí, agazapada?

No se creía la inmensidad que valía, y se callaba cada vez que se lo espetaba a su mirada azul. Pero no se quejaba; ni pedía nada, siempre estaba ahí,para que dijeran su nombre cuando la necesitaban. Y ella también la llamaba, moriría sin nombrarla, por eso le dolía tanto su sino.

viernes, 28 de marzo de 2008

TAN CERCA DE LAS HOJAS



No paraba de recordarlo. Aquel hombre subido a un púlpito increpando a Dios. Le decía que estaba enfadado por todo lo que le estaba haciendo sufrir. La misma enfermedad le había arrebatado otra vez -la segunda- la mujer que amaba. Era para descomponerse, para sentirse roto, deshecho en añicos, y volverse preguntas, rabia, impotencia; animal herido. Pero aún en la memoria, su discurso continuaba descolocándola.

Era comprensible el bramido para no naufragar en el dolor; pero aquella voz le resultaba altanera. Creía que el dolor de verdad sólo podía ser humilde, porque desprovisto de orgullo traspasa corazones que lo hacen suyo y por un instante alimentan la ilusión de volver más liviana la carga, aunque cuando se arrastra se sabe única e intransferible.

Le reaparecían ahora otras palabras....Las de aquella joven que había decidido ser ella misma y se había afeitado la cabeza para no caer en la tentación de regresar a la sumisión en la que había vivido. ¡Como si la libertad se lograra con un cambio de
loock¡

Últimamente había salido demasiado al mundo, y como muchas veces, no le agradaba lo que veía. Acababa enjuiciando, poniendo límites que siempre resultan castradores, simplistas, y, probablemente una equivocación.

Necesitaba serenidad. Abrió aquella caja pintada de cometas al viento y buscó una pequeña hoja de abedul que un día secó en la prensa. ¡Qué cerca se sentía de ella¡

domingo, 23 de marzo de 2008

DECIDE EN QUÉ TRANSFORMAR LAS EMOCIONES


Era una sensación sedosa, embrionaria. Se sentía como en una burbuja protectora que la arrullara. Se lo daba aquellas relaciones de viejos corazones de sobra conocidos con los que se había formado como persona. Ocurría durante un tiempo incipiente, sobre todo después de una ausencia, más o menos prolongada, en la que incubaba un deseo de proximidad que ahora saciaba.

Pero pasados los prolegómenos, comenzaba a ver algo más; se le revelaba el armazón de aquel nido delicado y topaba con la torsión de los hilos, la tensión de la urdimbre, las tiranteces del tejido, los nudos de la red...Durante mucho tiempo le habían parecido miserias humanas y descubrirlas le disgustaba porque creía que ensuciaban aquella sensación tan prístina y, a veces, hasta dudaba de su pureza por todas las imperfecciones de ese envés.

Pero hacía no mucho, y por circunstancias que otro día explicaré, había empezado a digerirlo. Lo que había interpretado como bajezas humanas era un error; nacía de que había entronizado lo que debía, pero escondiendo lo que no y estaba descubriendo que la belleza, para ser, necesita de la fealdad, y que lo hermoso y lo horrible al final son una unidad porque interdependen..

Y aquellos corazones, viejos conocidos, que la arrullaban eran suaves porque también tenían astillas.Y ya no se avergonzaba de que pudieran resultar ásperos e irritables porque cuanto más rasposos, más delicados llegarían a ser.

viernes, 14 de marzo de 2008

LA VOZ PAUSADA Y ELEGANTE SE HA IDO


Bastaba un segundo, incluso menos: una centésima, una milésima hasta un nanosegundo. En un instante llegaba el batacazo capaz de pulverizar las variables espacio/tiempo de la ecuación vital más estable.

Sabía que su mayor certidumbre era la transitoriedad pero cuando sentía en sus carnes cómo se desestabilizaba, de la noche a la mañana, el correlato existencial de un alma cercana se volvía intensamente frágil, hasta desarmarse.

Se imaginaba enfrentada a esa cuenta atrás en esta edad, que era la misma de ella; de esa voz que había escuchado por el teléfono y que a duras penas ponía cara; pero sí historia, porque alguien que la quería se la había contado, sin pretenderlo, a lo largo de los años; se la había hilvanado arañando retazos de lo cotidiano, que al final, es lo que esboza una biografía.

"Te ha llamado tu hermana": no hacía un mes de aquel último post-it que le había prendido al teclado, y le estremeció pensar que nunca más habría oportunidad de otro. Jamás volvería a escuchar aquella voz pausada y elegante a la que no había tratado en primera persona.

Sabía que a ella también le llegaría el día de quedarse petrificada, con el auricular en la mano, destrozada por el dolor de la ausencia de una voz de las que entretejían su universo sonoro, y estrujaría con fuerza, impotente, el teléfono, intentando descargar su desoladora pena. O quizá fuera antes la voz que dejaría de sonar en oídos que la querían. ¡Cómo duele la certeza de la fugacidad¡

martes, 11 de marzo de 2008

SOLTANDO NUDOS

Llovía y la música clásica que llevaba un rato arpegiando acordes minimalistas lo humedecía todo aún más de tristeza.

No extrañaba aquella desolación,hasta que empezó a notar cómo se ensanchaba con los vapores aceitosos del eucalipto.

Aquellos movimientos circulares en los músculos de su espalda; de aquellas manos curanderas, de aquel alma tan cercana que, desatándole la rigidez corpórea, le aliviaba el espíritu.

A cada círculo sentía cómo la materia perdía gravedad y se elevaba desliéndose en algo universal, sin forma ni límites: infinito.

Cuando volvió a la calle sólo olía a ozono; se había diluído la melancolía. En los charcos quedaba el reflejo brillante de la noche.

sábado, 8 de marzo de 2008

ATALAYAS DE FANTASÍA


Utilizaba los lapiceros hasta que se le escapaban de las yemas y cuando ya no había madera que seguir afilando los guardaba en un bote de cristal, que iba llenando con restos de otros lápices.

Mientras cerraba la tapa le contaba que le era imposible deshacerse de ellos, "por los vínculos" -le explicaba- y le hablaba de sentimientos. De que el "trozo azul" había sido un lapicero muy viajero pero que en el mundo de cristal al que había llegado no se separaba del "verde", que sólo se desplazó en su vida de escribiente del cajón de la cómoda a la cercana mesa de trabajo....

Se había aferrado a la fantasía para seguir adelante y cuando acariciaba las cosas revelaba que sus mundos estaban anclados en dimensiones invisibles; como su sonrisa, que hablaba del paraíso de la infancia en un rostro fruncido de arrugas y melena blanca.....Y pensó en las atalayas que nos vamos construyendo y quiso ser consciente de la suya.

La estaba levantando sobre miradas sin velo, de esas en las que al final hay siempre un pozo de luz que si la respiras se te ensancha el corazón, y el tórax y la punta de los dedos, y entonces te recorre una corriente tibia que no es más que un eslabón de un gran lazo de tornasoles que alguien sostiene allá, en algún punto del universo.

martes, 4 de marzo de 2008

DAR SENTIDO A LA VIDA

Cuando flaqueaba se sentía como si pegara la nariz a un gran cristal tras el que se alejaba el mundo. Todo se volvía acuoso y lento y le gustaba esa sensación de espectadora desapasionada. Sobre todo, porque solía ocurrir después de alguna tormenta.

La última era vieja -tanto como el aire que respiraba- pero le había vuelto a extenuar. No soportaba sorprenderse vegetando, desperdiciando la luz, y aquel rítmo rutinario la estaba dejando sin sabores, sin olores, sin sonrisa....Cuanto más lo sentía, más se alienaba y caía rendida a los pies de sus fantasmas. Conocía sus ademanes y sus argumentaciones futiles que la hacían sufrir. Duraban días aquellos combates hasta que algo pequeño le hacía parar; entonces empezaba a sentir y apreciar el don de la vida; nada había tan importante como sentirse viva. Cuando vencía, ése solía ser el apasionante botín de la refriega.

Luego, necesitaba degustarlo y pegaba la nariz a un gran cristal tras el que se alejaba el mundo.