Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

domingo, 24 de febrero de 2008

LA PÉRDIDA DE UN TALISMÁN



"Tengo miedo". Cuando pronunciaba aquella frase, lo hacía llamándole. Mientras se acercaba, ya sus pasos descalzos la tranquilizaban. Luego, en el flanco de la puerta, su olor protector y su voz balsámica: "¿Eso?, eso no es nada; tú tranquila; no pasa nada" -volvía a insistir-

Entonces, se sentía arropada, querida, y era capaz de conciliar el más dulce de los sueños.

Hacía días que lo gritaba en silencio. El miedo se iba convirtiendo en pavor, y él no aparecía en el quicio de ninguna puerta. La distancia lo volvía difícil, y los años, imposible. Habían pasado demasiados como para pedir consuelo. A él, le extrañaría si lo hiciera; probablemente le derrumbaría aquella debilidad no superada.

No obstante, su existencia , lejana y mitigada por los roles teatrales que va imponiendo la vida , encerraba aún la potencialidad del talismán que fue. Un rescoldo capaz de avivarse, si fuera necesario. Por eso, aunque ya no la calmara, le horrorizaba perderlo.

Probablemente, ése era el origen de su pánico insistente: la posibilidad de la ausencia, de la falta definitiva. El desconsuelo insuperable reinaría entonces, hasta el final.



lunes, 18 de febrero de 2008

EL ALMA ENTINTADA


Había ambientes que le estrujaban la boca del estómago.
Llevaba horas ahí y no dejaba de sentirlo. Intentaba engañarse con una contención desmesurada, pero cuanto más fingía serenidad, mayor era la opresión, las descargas: en el estómago, en los brazos, en la punta de los pies...
Existen las vibraciones negativas y aquel lugar estaba sembrado. Sobraban almas mezquinas para regarlo y, en tiempos de sequía, tanta abundancia motivaba aquel vergel.

Desde que lo estaba escribiendo, se distanciaba. A veces sólo consiste en dejar que una punta vaya modelando en tinta lo que parece intangible pero pesa. Se concentraba en aquellos movimientos automáticos; una conexión perfecta entre dos mundos.

Sólo una mano y un alma, atados por hilos invisibles que se dibujaban en un paisaje gráfico, probablemente previsible, al menos para ella, pero liberador.

Aquella mano y aquella tinta...¡Por Dios¡ , que fueran para siempre.

"Una pieza terminada de caligrafía no es simétrica, ni "perfecta";
trasluce el sentimiento y el rítmo de quien la creó".


miércoles, 13 de febrero de 2008

EL SONIDO ÍNTIMO DE LAS PALABRAS



"....donde se encuentran lo más truculento y lo más sublime,
lo máximo y lo mínimo del hombre,
en los salmos de la vida"

Solía degustar frases de las que desconocía casi todo pero que se le quedaban pegadas como una sintonía machacona; le perdía jugar con las palabras, con la sonoridad de las letras; casi más que con los significados. Estaba convencida de que algo era bueno cuando le sonaba bien. Sólo la musicalidad era capaz de conmoverla; ocurría cuando concordaba con su melodía vital y se reconocía en claves, escalas, fusas y semifusas....Pero también identificaba otros pentagramas....

Como el de la frustración y la ira de aquella cara con la que acababa de cruzarse. Como cada mañana, pero no dejaba de sorprenderle tanta mala leche instalada en aquel frunce de entrecejo. Ni un sólo día aflojaba un ápice.

Y pensó en las palabras que acompañarían a aquel rostro encogido de enfado. En la cadencia de las sílabas de aquella existencia; en el rítmo de los significantes que se rebozarían en su mente para volverse significados. Por un momento dudó de que existiera una eufonía reconfortante para aquella realidad. Y le pareció ver, más bien oir, una recua de palabras huyendo espantadas. Una fuga en re menor.