Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

viernes, 3 de diciembre de 2010

EL VACÍO CRECIENTE DE UNA MARIPOSA


Como en un baile de mariposas.
Sus miradas se posaban la una en la otra, devorándose con suavidad supina.
Ella no paraba de hablar olvidándose de lo que decía.
En un runrún de fondo que acunaba la danza de retinas.

Él fingía atender un sinsentido verbal que sólo hipnotizaba la razón de su mirar.
Y ella notaba que se le clavaba en sus párpados cansados.
Y se perdían el uno en el ojear del otro
en un silencio locuaz.

Tal vez fue un segundo o quizá una eternidad.
Ocurre en esos momentos cegadores que sólo se tragan el tiempo y que acompañan siempre por el vacío en fase creciente que generan en el centro del corazón.