Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

domingo, 20 de enero de 2008

EXPERIENCIA DISOLVENTE



Respirar el azul del cielo,
las hojas crujientes de roble,
el olor húmedo del barro.
Esquivar la boñiga de un caballo, que ya no está.
Tararear la canción del agua saltarina,
del pajarillo el susto se vuelve vuelo,
jadear,
trepar a una cumbre para ver las demás.
Volatilizarse.

Hacía días que algo insistente,
como una pegajosa resina
la intoxicaba,
desde las escamas de la piel hasta el alma del alma:
el pertinaz conglomerado de fuerzas del subconsciente,
asquerosamente incansable.

Sabía que la arrastraba donde no quería
y, cuando manoteaba negándose,
aún se pringaba más y más,
hasta la misma esencia
adulterada.

En el sonido silencioso de la montaña
escapaba de su corporeidad
y la densa película de resina
se disolvía.

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