Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

lunes, 7 de enero de 2008

ALBAS EN VELA



Se le había sentado enfrente y hacía un rato que le hablaba. Jamás le había oído nada sobre su hija, pero ahora centraba su soliloquio.

Balbuceante, las sílabas desdibujadas, parecía que le lastimara vocalizar.
El tono inaudible.

Pero le dolía lo que contaba. Lo decían sus ojos, cansados de albas en vela,
sus manos agrietadas de tanto intentar retener las de ella.
Cuando se engañaba con la esperanza sus palabras se afianzaban.

"Es bobada -dijo- , sólo depende de ella"
Se levantó y, mientras se iba, supo que arrastraba una culpa.

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