Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

domingo, 6 de enero de 2008

LA MEMORIA DE LOS RESTOS


El plato vacío; la copa también; la botella medio llena; el servilletero; a un palmo, la servilleta encogíendose arrebujada...

Le gustaba aquella perspectiva de la evocación. Planos en la línea de lo efímero convergiendo en la remembranza de lo que hace un momento fue.

De la totalidad a los restos de la nada. La ruina en su capacidad de sugerir. Metonimia de la parte por el todo.
Siempre había atisbado un rastro creativo en la devastación de la decadencia.

Como la mesa a punto de ser recogida.
Igual le pasaba con los pueblos abandonados.
Los escombros le aturdían con múltiples retazos de historias probables.

Variables infinitas que las piedras inertes atestaban de vida
o acaso vestigios estériles de algo que jamás llegó a ser.


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