Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

lunes, 29 de septiembre de 2008

BUCEAR CON GAFAS AZULES



No tenía muy claro si perpetuar aquellos sentimientos en renglones escritos. Pero se puso a golpear el teclado.

No es fácil ponerle palabras al paso del tiempo en el amor porque a veces duele.
Hiere comprobar cómo "en cada gesto, cada beso, cada abrazo, se impone un pedazo de razón".

Pero le aliviaban y sanaban expresiones, actitudes y costumbres que nacen de la pequeñez de la rutina cotidiana; sabía que otros la denigraban pero ella había aprendido a mirar lo diario con el enfoque adecuado, el ángulo preciso y el tiempo necesario. Sólo cuando se conjugan esos tres elementos se descubre la belleza impactante de la cotidianidad amorosa.

Le parecían maravillosos, porque lo eran, aquellos desayunos con los que se encontraba cada mañana ante la mesa: en perfecta alineación de utensilios e ingredientes....

Le resultaban extraordinarios los platos con los que la sorprendía cada comida, nacidos casi siempre de la ingeniosa improvisación que imponen la falta de tiempo y de ingredientes. Eran un auténtico placer culinario.

Y los recordatorios, y la preocupación por ella y por su mala cabeza, y los "qué tal el día" o "mira lo que me ha pasado o me han contado". Eran como los hitos conocidos en un camino por el que pasear le resultaba placentero; por hermoso y por conocido,porque aunque supiera "desde siempre" que "tras aquella curva la esperaba la rosaleda de la fuente" nada podía socavar la expectación ante la belleza.

Y aquella frase que la había conmovido, y sacudido de una pena que a veces se le pegaba a la piel. "¿Sabes cuál es la distancia más corta entre dos personas?"
Y se lo preguntó, seguramente, cuando sintió que se alejaba y la distancia la arrastraba hacia dentro, como las mareas vivas de setiembre, cuando la luna llena y el mar te engullen.

"¿Lo sabes?"
"La sonrisa -dijo- es la distancia más corta entre dos personas", y con la suya provocó la de ella, y la rescató y entonces ella pensó que a partir de ahora bucearía con gafas azules, para mantener los ojos abiertos y no perderse la belleza circundante.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

EL CAMINO



La luz del flexo la deslumbraba hace rato pero no podía dejar de mirarla.
Le habían empezado a escocer los ojos y la tensión se estaba apoderando de su musculatura craneal.

De vez en cuando reparaba en su respiración.
"Ésa soy yo, yo sin mis miedos". Lo repetía; en ocasiones, le apaciguaba aquella especie de mantra, pero terminaba por no creérselo demasiado.

Se sentía cansada de intentar dar con su camino. Cuando la mañana le regalaba energía, empezaba a desbrozar su sendero y con la brisa en la cara solía sentirse motivada.

El baile de las hojas al son del viento le hacía cerrar los ojos y, entonces, tenía claro que la vida está en el interior. Que todo lo que diera de ella se transformaría en su riqueza; un tesoro inagotable, y ¡era tanta la serenidad¡; sus contracturas se distendían hasta que una paz espiral le hacía sentir que aquel sí era el camino.

Pero entonces, ¿por qué le dolieron tanto aquellas palabras que vinieron de fuera? Quizá porque se sintió Abel frente a su hermano Caín...