
Hacía un rato que había terminado la conversación, pero aún le resonaban los ecos de aquella frase.
"Es como si habláramos de burros que vuelan y discutiéramos sobre la longitud de sus alas. ¡Pero si los burros voladores no existen¡"
Con los puños de aquella evidencia se golpeaba una y otra vez en el raciocinio. Pero la hiriente locura , al otro lado del teléfono, la obligaba a entrar en diatribas desquiciantes y a argumentar, ¡como si los burros volasen¡, frente a delirios demoledores.
"¿Locura? o ¿mezquindad?", se atormentaba, "porque van por separado"
Locos con el escudo de la lucidez. Ruines con la adarga del desvarío. Entre tantas rodelas, broqueles y corazas para sobrevivir, no es fácil desvelar el jaez de quien los esgrime.
"Se murió aquel manchego
aquel estrafalario fantasma del desierto
Ya no hay locos en España
ya no hay locos"
Pero sí un burro que te hace volar "tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos"
(el vídeo es precioso)
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