Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

viernes, 1 de agosto de 2008

CON HUMILDAD



Aquella mañana su voz no resultaba pastosa y su discurso aparentaba cierta lucidez en la habitual ofuscación en la que se había acomodado.

Se atiborraba a pastillas porque ahora estaba enfermo, pero primero fue básicamente cobarde. Y eligió la cobardía por simple miedo; pavor a que lo descubrieran vulnerable.

Le gustaba presentarse refinado en lo físico y en lo intelectual. Era una manera de envolverse en los mantos del exclusivismo elitista; el que la sociedad tiene pensado para los triunfadores y los apóstoles del éxito.Fue al principio.

Porque cada vez que vestía el traje de los que están en la cúspide, se volvía más acérrimo vasallo de su ego....; unas ansias de preponderancia, insaciables de vanidad, lo arrastraban, lo volvían un reptil egótico y en su trayecto zigzageante inyectaba veneno a quien se le interpusiera.

Pero era un hombre bueno, y cada noche, cuando ya había guardado su traje de la vanidad, se mortificaba horriblemente; le dolía la saña que hubiera podido inyectar y las palabras y los gestos que lo estaban alejando de su humanidad. Entonces se emborrachaba hasta olvidarlo todo.

El alcohol había destruido su hígado y sus neuronas, y tal vez, su dignidad, incapaz de agacharse a recoger con humildad, como los demás, las cáscaras, las peladuras, que nos va mondando la existencia.

1 comentario:

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Más de uno necesitaría aprender lo valiente que hay que ser para ser humilde.

Besos