Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

jueves, 24 de julio de 2008

A VECES



Sentía como si se estuviera enviando paquetes a sí misma;
compraba el papel de embalar más resistente,
la cinta más adhesiva;
escribía primorosamente la dirección....

Y cuando lo recibía se alegraba con resignación;
le entusiasmaba abrir paquetes, aunque fueran suyos, por culpa de aquella neurona de la esperanza que se negaba a abandonar su cerebro;
en un momento fugaz, la convencía y le hacía creer que encontraría otra cosa, algo en lo que se hubiera transmutado el envío; algo que hubieran colocado otras manos que no fueran las suyas, algo que la sorprendiera, o mejor algo que le enviara ternura de alguien capaz de darla.

Pero todo estaba perfectamente colocado: las mismas cosas en el mismo orden en que ella las dejó....Sin sorpresas...Con ausencias....Así sentía su vida....A veces....

2 comentarios:

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

Esa "joía" neurona de la esperanza que da tantos disgustos pero mejor tenerla que carecer de ella ¿no crees?

Besos

Eli dijo...

Y ojalá nunca la abandone, de ese modo algún dia "algo" la sorprenderá.

Un abrazo