Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

viernes, 28 de marzo de 2008

TAN CERCA DE LAS HOJAS



No paraba de recordarlo. Aquel hombre subido a un púlpito increpando a Dios. Le decía que estaba enfadado por todo lo que le estaba haciendo sufrir. La misma enfermedad le había arrebatado otra vez -la segunda- la mujer que amaba. Era para descomponerse, para sentirse roto, deshecho en añicos, y volverse preguntas, rabia, impotencia; animal herido. Pero aún en la memoria, su discurso continuaba descolocándola.

Era comprensible el bramido para no naufragar en el dolor; pero aquella voz le resultaba altanera. Creía que el dolor de verdad sólo podía ser humilde, porque desprovisto de orgullo traspasa corazones que lo hacen suyo y por un instante alimentan la ilusión de volver más liviana la carga, aunque cuando se arrastra se sabe única e intransferible.

Le reaparecían ahora otras palabras....Las de aquella joven que había decidido ser ella misma y se había afeitado la cabeza para no caer en la tentación de regresar a la sumisión en la que había vivido. ¡Como si la libertad se lograra con un cambio de
loock¡

Últimamente había salido demasiado al mundo, y como muchas veces, no le agradaba lo que veía. Acababa enjuiciando, poniendo límites que siempre resultan castradores, simplistas, y, probablemente una equivocación.

Necesitaba serenidad. Abrió aquella caja pintada de cometas al viento y buscó una pequeña hoja de abedul que un día secó en la prensa. ¡Qué cerca se sentía de ella¡

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por tu visita y tu comentario tan interesante. Pero mucho más interesante es tu blog, tiene pasión y voz suficiente para engancharme.
Y ahora q me fijo...tu post leído rítmicamente puede sonar perfectamente a canción de Elvis Perkins...qué envidia!
Un abrazo

ESCRIBIENTE dijo...

¡Qué honor que hayas pasado por este refugio virtual, y qué ofrenda tus palabras¡

Cuando alguien te sonríe es sencillo, y casi automático, devolverle la sonrisa.

Me encanta cómo escribes y , aunque no suelo dejar huella, visito asiduamente tu blog, pero eso no te obliga con el mío.

Preferiría no obligarte, o mejor, “preferiría no hacerlo”, parafraseando a otro escribiente, el de Herman Melville. Un cuento perfectamente enigmático:

“Conciban un hombre por naturaleza y por desdicha propenso a una pálida desesperanza. ¿Qué ejercicio puede aumentar esa desesperanza como el de manejar continuamente cartas muertas y clasificarlas para las llamas?”