Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

domingo, 23 de marzo de 2008

DECIDE EN QUÉ TRANSFORMAR LAS EMOCIONES


Era una sensación sedosa, embrionaria. Se sentía como en una burbuja protectora que la arrullara. Se lo daba aquellas relaciones de viejos corazones de sobra conocidos con los que se había formado como persona. Ocurría durante un tiempo incipiente, sobre todo después de una ausencia, más o menos prolongada, en la que incubaba un deseo de proximidad que ahora saciaba.

Pero pasados los prolegómenos, comenzaba a ver algo más; se le revelaba el armazón de aquel nido delicado y topaba con la torsión de los hilos, la tensión de la urdimbre, las tiranteces del tejido, los nudos de la red...Durante mucho tiempo le habían parecido miserias humanas y descubrirlas le disgustaba porque creía que ensuciaban aquella sensación tan prístina y, a veces, hasta dudaba de su pureza por todas las imperfecciones de ese envés.

Pero hacía no mucho, y por circunstancias que otro día explicaré, había empezado a digerirlo. Lo que había interpretado como bajezas humanas era un error; nacía de que había entronizado lo que debía, pero escondiendo lo que no y estaba descubriendo que la belleza, para ser, necesita de la fealdad, y que lo hermoso y lo horrible al final son una unidad porque interdependen..

Y aquellos corazones, viejos conocidos, que la arrullaban eran suaves porque también tenían astillas.Y ya no se avergonzaba de que pudieran resultar ásperos e irritables porque cuanto más rasposos, más delicados llegarían a ser.

2 comentarios:

Eli dijo...

Es tan intenso, tan hermoso y tan increiblemente explicito, que no tengo palabras.
Para poder ver la belleza del paraiso es necesario haber atravesado el infierno.

ESCRIBIENTE dijo...

El yin y el yan. Gracias, Eli.