
Sólo habló cuando le preguntó;
"Estoy decepcionado"-dijo-.
A ella no le sorprendió porque hacía tiempo que lo conjugaban sus ademanes y su agresividad desgarrada pero jamás hubiera imaginado que sus palabras lo volvieran sonoro.
Conjugaba aquel verbo y acusaba;
La culpabilizaba a ella, y a quienes como ella, habían dejado de estar en silencio con un simple y atronador: ¡cállate¡, ¡no me conviertas en la diana de tus frustraciones¡
Porque el veneno no se escupe a cualquiera y en cualquier lugar.
Tiene un destinatario y si siempre te equivocas,
acabará volviéndose tu hiriente decepción.
4 comentarios:
Qué gran último párrafo.
Un abrazo fuerte.
La decepción siempre es amarga, sobre todo cuando nos decepcionamos de nosotros mismos. Un abrazo
No hay nada peor que decepcionarnos a nosotros mismos, sobre todo porque para llegar a ese punto hemos tenido que recorrer un largo camino de decepciones.
Besos
Me gusta lo que sientes cuando escribes...te proyectas, te enfocas y desenfocas para lograr el equilibrio de tu propio orgullo.
=)
Publicar un comentario