Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

jueves, 19 de febrero de 2009

CUANDO UNO MISMO SE VUELVE SU DECEPCIÓN


Sólo habló cuando le preguntó;
"Estoy decepcionado"-dijo-.

A ella no le sorprendió porque hacía tiempo que lo conjugaban sus ademanes y su agresividad desgarrada pero jamás hubiera imaginado que sus palabras lo volvieran sonoro.

Conjugaba aquel verbo y acusaba;
La culpabilizaba a ella, y a quienes como ella, habían dejado de estar en silencio con un simple y atronador: ¡cállate¡, ¡no me conviertas en la diana de tus frustraciones¡

Porque el veneno no se escupe a cualquiera y en cualquier lugar.
Tiene un destinatario y si siempre te equivocas,
acabará volviéndose tu hiriente decepción.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué gran último párrafo.

Un abrazo fuerte.

Marisa Peña dijo...

La decepción siempre es amarga, sobre todo cuando nos decepcionamos de nosotros mismos. Un abrazo

Nanny Ogg (Dolo Espinosa) dijo...

No hay nada peor que decepcionarnos a nosotros mismos, sobre todo porque para llegar a ese punto hemos tenido que recorrer un largo camino de decepciones.

Besos

Brio-Lence dijo...

Me gusta lo que sientes cuando escribes...te proyectas, te enfocas y desenfocas para lograr el equilibrio de tu propio orgullo.
=)