
Se asomó a la barandilla de su alma y el cielo estaba azul;
con uno de sus ojos, pintaba colores; y con el otro tenues movimientos;
Pero había tanta luz que decidió entornarlos.
Entonces, aquellos labios musitaron algo...
El susurro le cosquilleó en la oreja e intuyó el aleteo de los patos que volaban de regreso al río.
El chapoteo le hizo sentir el agua que se fue convirtiendo en regato;
gustosamente helador, prístino; porque el frío es pureza;
y la recorría por dentro; iba arrastrando las inmundicias que se habían acantonado en los recovecos de sus entrañas; notaba que la corriente le arañaba sedimentos obstructores...
Se percibió liviana, como la pluma de los ánades: ligera y pura.
4 comentarios:
Agradezco tu visita en un período de sequía en mi blog. Leo el tuyo y me siento menos solo, más liviano y más puro. Gracias por tus hermosas palabras y por el aliento de tus sentimientos.
Espero seguir leyendo tus maravillas todo este nuevo año. Un abrazo, amigo.
Gracias por pasarte por enredando palabras, me permitió conocer tus bellos versos. Volveré.
Me encanta ese primer párrafo. Es maravillosa la paz que se respira en este post... :)
Besos
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