Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

miércoles, 13 de febrero de 2008

EL SONIDO ÍNTIMO DE LAS PALABRAS



"....donde se encuentran lo más truculento y lo más sublime,
lo máximo y lo mínimo del hombre,
en los salmos de la vida"

Solía degustar frases de las que desconocía casi todo pero que se le quedaban pegadas como una sintonía machacona; le perdía jugar con las palabras, con la sonoridad de las letras; casi más que con los significados. Estaba convencida de que algo era bueno cuando le sonaba bien. Sólo la musicalidad era capaz de conmoverla; ocurría cuando concordaba con su melodía vital y se reconocía en claves, escalas, fusas y semifusas....Pero también identificaba otros pentagramas....

Como el de la frustración y la ira de aquella cara con la que acababa de cruzarse. Como cada mañana, pero no dejaba de sorprenderle tanta mala leche instalada en aquel frunce de entrecejo. Ni un sólo día aflojaba un ápice.

Y pensó en las palabras que acompañarían a aquel rostro encogido de enfado. En la cadencia de las sílabas de aquella existencia; en el rítmo de los significantes que se rebozarían en su mente para volverse significados. Por un momento dudó de que existiera una eufonía reconfortante para aquella realidad. Y le pareció ver, más bien oir, una recua de palabras huyendo espantadas. Una fuga en re menor.

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