Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

lunes, 18 de febrero de 2008

EL ALMA ENTINTADA


Había ambientes que le estrujaban la boca del estómago.
Llevaba horas ahí y no dejaba de sentirlo. Intentaba engañarse con una contención desmesurada, pero cuanto más fingía serenidad, mayor era la opresión, las descargas: en el estómago, en los brazos, en la punta de los pies...
Existen las vibraciones negativas y aquel lugar estaba sembrado. Sobraban almas mezquinas para regarlo y, en tiempos de sequía, tanta abundancia motivaba aquel vergel.

Desde que lo estaba escribiendo, se distanciaba. A veces sólo consiste en dejar que una punta vaya modelando en tinta lo que parece intangible pero pesa. Se concentraba en aquellos movimientos automáticos; una conexión perfecta entre dos mundos.

Sólo una mano y un alma, atados por hilos invisibles que se dibujaban en un paisaje gráfico, probablemente previsible, al menos para ella, pero liberador.

Aquella mano y aquella tinta...¡Por Dios¡ , que fueran para siempre.

"Una pieza terminada de caligrafía no es simétrica, ni "perfecta";
trasluce el sentimiento y el rítmo de quien la creó".


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