Salvo algunas palabras extraviadas, desde hace rato en el viaje sólo sonaba Chet Baker; hasta que alguien dijo "me estoy durmiendo" y buscó una versión remix de Nina Simone.
Entonces, el nudo que desde hace rato le estrangulaba la garganta, se desató en lágrimas. "Esta canción la hubiera bailado ella como una loca", pensó, y le estremeció cómo en cuestión de segundos la vida te la jugaba; porque en cuestión de segundos, sus ojos claros habían perdido el azul transparente; en cuestión de segundos, sus brazos al aire perseguidores de rítmo, habían caído en un estruendo; su sonrisa, a la que tan bien le sentaba la música, había estallado en un alarido, y su melena rubia se había ensuciado de sangre.
La caída, una caída inoportuna, inútil, aguafiestas, porque fue justo después de la fiesta, cuando tratas de esbozar el recuerdo de las risas, los bailes, las gentes....., antes de que te empiecen a mecer el sueño.
La maldita caída le había roto los ojos, y quizá algo más, y eso le preocupaba. El viaje se lo recordó y mirando el cielo de la noche, se perdió en el cinturón de Orión y se culpó: "¿Qué podría hacer yo para volverme su ángel de la guarda?"
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