Había ambientes que le estrujaban la boca del estómago.
Llevaba horas ahí y no dejaba de sentirlo. Intentaba engañarse con una contención desmesurada, pero cuanto más fingía serenidad, mayor era la opresión, las descargas: en el estómago, en los brazos, en la punta de los pies...
Existen las vibraciones negativas y aquel lugar estaba sembrado. Sobraban almas mezquinas para regarlo y, en tiempos de sequía, tanta abundancia motivaba aquel vergel.
Desde que lo estaba escribiendo, se distanciaba. A veces sólo consiste en dejar que una punta vaya modelando en tinta lo que parece intangible pero pesa. Se concentraba en aquellos movimientos automáticos; una conexión perfecta entre dos mundos.
Sólo una mano y un alma, atados por hilos invisibles que se dibujaban en un paisaje gráfico, probablemente previsible, al menos para ella, pero liberador.
Aquella mano y aquella tinta...¡Por Dios¡ , que fueran para siempre.
"Una pieza terminada de caligrafía no es simétrica, ni "perfecta";
trasluce el sentimiento y el rítmo de quien la creó".
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