Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

martes, 5 de abril de 2011

EL TATUAJE DE UN OLOR


Cerca de su piel el calor de la respiración fundía las fronteras.
En aquel rincón cerraba los ojos y se ensanchaba, sin agarrarse al borde de ningún abismo.

Era asomarse a una ventana sobre un cielo de azul estallido. Y una mota negra que lo atravesaba lo mismo podía ser un insecto que un águila majestuosa. Porque sin referencias es posible bosquejar mundos ilimitados.

Y sentir que la corriente de agua desatasca neuronas enfangadas mientras fuera sigue lloviendo y todo huele a ozono. Hay aromas que se tatuan en los poros.