Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

miércoles, 21 de julio de 2010

EL CIRCO DE LA VIDA

Mi vecino se fuma hipnóticamente un porro de marihuana en el balcón.
Abstraído, ausente, algo embobado.
Hace una hora mi mejor amiga me ha confesado que está conmigo porque le gusto.
Quería ser leal pero ha hecho tambalearse un puente que yo creía que unía otras orillas.
Y mi hermana en su subeybaja bipolar hoy habla como un alto mando de las SS. Falsamente autosuficiente, despiadada, como si fuera a comerse el mundo, me lanza dentelladas crueles y pisotea mi último regalo. Sólo disfraza que en el bolsillo lleva sus tranquilizantes, que son la enclenque cachaba en la que apoyar una angustia que la vida le ha hinchado como un globo.
Y decido venir a este rincón olvidado, a entretejer alfabéticamente un refugio antiapocalíptico y recuerdo una lluvia revolucionaria que la sequía de mi alma añora....
De repente siento que es hermoso cerrar los labios -oliendo a vino triste- y pronunciar la canción del silencio que he aprendido de un respetuoso corazón que amo porque camina a mi lado y del que muchas veces me olvido de echar mano.