Hay un momento al comenzar el anochecer en el que reina el silencio. Entonces, se siente tan de cerca la calma que crea expectación. Es el momento de cerrar los ojos y abrirse para empezar a notar el susurro del viento que sale del bosque para ulular en el alma. Es la oscuridad natural que libera. La "enlatada" me asfixia. Por eso, por favor, deja unas rendijas para que entre la luz.

sábado, 24 de enero de 2009

PERDER PARA QUITAR EL MIEDO



El aire de la mañana le hizo dar un respingo,
se había vuelto caliente en pleno invierno.
Los gorriones del castaño desnudo trinaban, confundidos por la falsa primavera. Sonaban como afónicos:era la evidencia de que aún no habían tenido tiempo de sacudirse la rigidez del frío.

En aquella transmutación térmica, sentía el calor entre la lana y su piel. Llevaba tantos días, meses, aterida que había olvidado que la calidez expande.
Y, ensanchándose, con los golpes de viento sur en su cuerpo, se sintió cerca de los extremos que la limitaban. Dos opciones que venían torturándola pero que aquel calor integraba; como si la dilatación condujera a la unicidad.

Porque, ¿qué más daba elegir? Cambiarían las formas, los colores, los olores, pero seguirían siendo meras esclavitudes. Necesitaba seguir perdiendo para empezar a vivir sin miedo.

sábado, 10 de enero de 2009

EL COLUMPIO Y EL CIELO



Balanceándose en un columpio anudado a un rabo de nube,
se regocijaba en la brisa que le rozaba las mejillas y
le cosquilleaba la planta de los pies;

En el vacío reinaba la concordia: nada sojuzgaba a nada,
sólo había encuentros: del viento y su piel; del sol y sus párpados entornados.

Y cuando quería saber cómo se encontraban ellas, escuchaba su voz. Los sonidos nunca mienten. Y la había oído alegre por primera vez en mucho tiempo pero su corazón vampirizaba y su víctima sangraba con voz acelerada y ansiosa porque la había escuchado. Pero ya no distinguía quién tenía los colmillos más largos, aunque sabía para qué: para lograr su dependencia total...

Y siguió meciéndose en los rayos de luz, harta de la sombra, porque hay penas que empiezan en el corazón y acaban oscureciéndolo todo;
entonces el dolor ya no es por uno mismo sino por las vidas que ennegrece y, ese tormento es insufrible.